Imperdible

Te vi la otra tarde, en la sonrisa del hombre que me pedía una dirección, una opinión e indicaciones. Sonrisa cálida la suya, la tuya es casi calurosa, tiene ese tacto de sol que besa las mejillas de quien voltea al cielo sin quitar los pies del pasto. Habrá un día -que no es éste sino uno diferente, uno igual a la fecha de cuando vengas- en que mis brazos abiertos se llenen de ti y mi perfume escape de mi cuello a los cabellos de tu barba. 

Te vi la otra noche y caminabas por calles empedradas.


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