Madero con puesta de sol

A media calle, ¿sabes?, el empedrado bajo nuestros pies es poco obstáculo, a veces me cansa callar con tanta precaución. ¡Que me pesan los labios, hombre! Y es que sólo en corazón abierto entran besos. Volteo hacia el cielo y cierro los ojos buscando sentir algo que ya conozca, el viento me trae el cabello a la cara. Río y agradezco que me esconda, así puedo dejar de fingir que esto anda bien. Y, ¿de dónde sacamos nosotros tanta convencionalidad si nada que se nos da? Finjo actuar normal y sigo caminando. Si actúo natural, te tomo de la mano y caminamos para el otro lado.

Tal vez regar juntos el pasto sea lo más lindo que te pueda ofrecer hoy, sin embargo, no es algo para lo que uno haga una invitación: mejor vente cuando haya sol.

Me río de janeiro, del janeiro que ya pasó.

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