Hao al amor apache
Es tan bonita, suena a un día con sol, se siente como espuma de mar.
Debe ser como enamorarse, dije yo, y así fue. Después de pasar lista a algunas y a unos instantes del ahora-no-mejor-luego, la vi. Digo la vi porque ya ni quise mirar, como que a uno le asusta tanta atracción, le teme a algo cuando sabe cuánto le puede gustar, porque esos amores no tienen porqués aunque que uno se desviva por explicar. Así que me di unas vueltas por aquello de que uno debe conocer más, más de lo que no quiere. Y entonces, ya que andas de aquí para allá, alguien te pregunta qué es eso que tanto buscas sin encontrar y te das cuenta de que quieres lo mejor pero que también quieres la aprobación de los otros sobre tu elección, a veces esas cosas se venden por separado. Al fin una persona te dice que sí, que eso que quieres es lo mejor y tan increíble te parece que sigues preguntando si acaso hay otra opción que no implique tener exactamente lo que quieres y sí la hay, las hay muchas. Podemos irnos con un porcentaje de lo que queremos y resulta fácil tenerlo, pues nos es tan indiferente que poco nos importa perderlo. Podemos, sí, cuando tenemos miedo, podemos si nos volvemos ciegos a las señales e insensibles al viento. Mas, ahí seguía ella y ahí seguía yo, esperando que se me fuera de las manos para no tener que decir que no, ¿otra vez que no? Aquí es donde se te rebela el corazón y te impide rendirte. Uno tiende a pensar que antes de aceptar amor todo debe estar en su lugar, pero pasa en viceversa. ¿Cómo es que nos convencemos de escapar cuando todo parece estar en armonía? Más aliento para murmurar un sí que para gritar un no.
Dije sí, corazón, porque la música es también voz, porque quiero escuchar su canción.
Debe ser como enamorarse, dije yo.
Estamos felices.