Si un norte se te ha perdido

"Pero necesitas quedar bien con todo 
todo que no sea 
bien contigo misma."
-Canción de invierno, Silvio Rodríguez 


Sin rumbo, desde la amenaza del sinsentido de una confianza suspicaz y una firmeza voluble. Bajo el riesgo de perderlo todo en cualquier momento, nada era tuyo y lo soltaste todo. Aquello que engrandecía tu corazón, aquello que daba descanso a tu alma, fue pintándose de oscuro, fue quedándose dormido. Quizá para que su brillo en tiempos de tormenta no fuera salpicado por agua de charco, quizá para que los sueños no se te rompieran antes de soñarlos. 

Y quieres pensar en otra cosa, cosas más loables, como sentirte feliz de todo. Pero hoy no, esta vez no puedes. Te enojas, te reclamas, te exiges, te demandas: sentirte bien, una sonrisa. Sólo salen más lágrimas y una cara descompuesta por la pena. Escuchas una orden (tú-no-puedes), escuchas explicaciones mágicas sobre su tristeza (depresión-es-pecado), escuchas malos augurios (te-vas-a-poner-a-llorar) y no puedes creer que vivas en un lugar así. Simplemente no puedes. Y sólo puedes morir en un lugar así. Eso sí es creíble, pero sería concederle el gusto a esa realidad con la que llevas luchando la vida entera. Que mil veces prefieres rendirte a ceder.

                  Sólo sueña que e s  c   a    p     a
                                                     quien despierta | encerrado |.


Arriba las manos quienes alguna vez aplaudieron tu talento. Nada eres de lo que dijiste ni de lo que dijeron. Fuiste mentira, una mentira improvisada. Gritas: ¡Error! No el de ellos, sino el tuyo. Explicas que te equivocas, que no eres cierta, que desaciertas y te callas la respuesta correcta. Que si ya empezaste por equivocarte pues de menos comprométete a terminar por creerte que hay en tu error algo de verdad, que tienes el derecho y la obligación de guardar silencio. Si eres artista, invéntate el arte de vivir equivocada. Nada te pasa o te pasa de todo. Todo lo quisiste mal, todo lo hiciste mal.

     Eres frustración embotellada, ¿para llevar o para tomar aquí?

No comprendo de sacrificio, mas entrego mi vida al olvido de mí misma. Me doy un poco de muerte cada vez que debo recordarme que fui yo quien eligió llegar al fondo de las cosas sin llegar jamás a esperar ahogarme en el fondo de mí misma, pasar a formar parte de quienes ven el vaso medio vacío. Y con todo y que el vaso lo juzgo medio vacío declarar con seguridad que dentro cabe una tormenta y que la tormenta me convierte en náufraga y me tira las ganas de enfrentarla.


Salir del lugar al que nunca elegí entrar,
al menos para que estando fuera,
sea legítimo decidir volver a pasar.
                                                                                                     
                                                 Soltar el cabello 
                                         -tan preso estos días- 
                                                         a la hora que termine 
                                                de defender la alegría.

Defender la alegría
a l e g r í a
No alegue: ría.

Si un norte se te ha perdido, por el sur anda escondido.

Entradas populares