Extravagans

Tap-tap-tap. Tres golpes con los talones y vuelvo a casa. ¿Vuelvo? ¿A casa? Monté un huracán para venir aquí, a esta tierra de sol brillante y hierba verde. No obstante, nunca un cielo tan despejado me pareció tan acotado. Lo correcto, yo sé, es permanecer, seguir con el plan primero, aferrarme a la certeza de los resultados que tengo en las manos. Pero mis manos reclaman moldear barro, darle esa forma irregular e imprecisa a esta vida, que por imperfecta es así de bella. También mis manos reclaman tejer redes, de rayos de sol y luz de arco iris, de rayos y truenos y oscuridad en crisis. Aún mi manos reclaman labrar madera, retirar los excesos para dejar lo verdadero, calar lo verdadero para hacer surgir lo eterno. Porque son libres mis manos cuando trabajan -siendo yo artesana- y se sienten presas cuando retienen -siendo un apego más jaula del apegado que del objeto-. Vuelan mariposas en este camino de esmeraldas. Mariposas monarcas de un reino libre y sin mapas.

Y al atravesar andenes y corredores y pasillos, tropiezo con el eco de las voces que más que sugerencias me piden deseos y desean que desee yo lo que ellas. Son voces sinceras, pero en todo lugar he sido yo foránea y, aunque soplaran los cuatro vientos todas las velitas de la plaza, de nada serviría si ni en mi cumpleaños dejo de ser extranjera. Es lindo aquí, es eso irrefutable. ¿Soy linda aquí si estoy inconsolable? Esto es mi vida, un andar sin descanso, un pasar sin llegar, un salir ya estando afuera. Un camino que visto de lejos da la apariencia de que me he reído sola todos los días y así es. Un tipo de vida que parece insensata, parece olvidadiza, parece desatenta, parece que algo como lo mío nunca te parecería. Admiro eso que te hace quedarte pero mi alma es nómada y reclama la intemperie a la luz de la luna y extraña pronto las tardes de verano. Mi alma nunca ha sido de esas que se sientan a explicar, le encanta hacer travesías descalza y eso lo que hace: andar. Anda libre, anda pa' delante y nada más.

Mariposas amarillas,
                                 Mauricio Babilonia.
                                                                       Mariposas amarillas que vuelan liberadas.

Cuando vienes , es la señal.

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