El amor en una barba
Son tus ganas de ganar - ganar, de colocarte al centro de la vida de alguien más. De venderme alas a precio de fe y confianza, de concederme el vuelo con un polvo de hadas que no es más que un conjunto de frases leídas en libros que te ruegan página tras página que creas en ti mismo y nada más. Es que si creyeras en ti mismo, creerías también en los demás.
Mientras me paseo en camisón por tu corazón desolado, lo sé. Se me desbordó la amistad de repente, y me siento como enamorada de ti, que me convierto en una niña perdida, que contigo me convierto en parte de ti. Volé escapando o volé viajando, no recuerdo. Tú dijiste vivir en una estrella y yo te creí. Existe el amor incondicional, yo no lo he visto y aún así lo anhelo. ¿Sabes? Pero tu corazón es isla rodeada de mar, tu corazón tiene nombre de Nunca Jamás.
Te escucho noche tras noche correr por el bosque gritando que no quieres crecer, que has comprado al tiempo un permiso para permanecer siempre fuera de él a costa de una soledad que de vez en cuando se descontrola y se vuelve tan silenciosa que debes bajar a la Tierra por una niña que sonría para ti. Porque, si esta isla es tan fabulosa, si le caben cuentos y luchas a espada. ¿Para qué ir por mí? Entonces te hablo de todo lo que creo que eres: tú el guerrero, tú el rey. Para ti la historia termina cuando el villano se rinde ante tu infalible buen humor, la historia acaba en que todos ríen, las luces se apagan y enseguida duermes.
Todas aquí te aman, es imposible dejarlo de notar. Hadas, sirenas y princesas apaches mueren por un beso tuyo, por obtener tu desprecio o tu amabilidad. Eres tú tan solidario que haces el favor de enamorarlas aún más. Y yo te sigo en tus travesías conquistadoras, no de tierras nuevas sino de gente que te quiera admirar. ¿Qué mejor manera de comprar admiración sino mereciendo su agradecimiento? Y mil veces las dejarías vivir algún peligro con tal de tener la oportunidad de volverlas a salvar. Con trabajos me abro paso en tus recuerdos cuando todas ellas me tiran del cabello que he dejado de cortar para gustarte más.
Luego está el mar que buscas y del que huyes, el mar que te acecha con el peor de tus enemigos, el mar que te presta la soledad en la que vives, el mar que me recuerda que en tu isla no hay horizonte ni verticalidad. Todo es tan neutro, tan relativo, tan difuso. Pero te amo tanto más cuando los mechones que caen sobre tu cuello ondean con la brisa marina. Bailas conmigo todas las noches, durante horas, y enseguida vamos a dormir para que al despertar todo parezca un sueño. Bailaste conmigo hasta el día en que me contaste que todo esto es mentira. Lo bailada, no se cómo, pero lo bailada me lo quitaste.
Y me enfrenté al mar tuyo para encontrar lo que causaba tormenta en mí, ¿cómo saber que descubriría que el secreto de ti mismo eres tú? Ese al que presumes retar, al que prometes vencer, ese del que te burlas, al que desprecias: Garfio es el fin de ti, Garfio eres tú. Tu peor enemigo es el futuro con el que vas forcejeando, la consecuente soledad que te has ido forjando, porque quien no ama ahora, se mata el corazón para siempre. Es como detener un latido, es como evitar que palpite, es amargarse la sangre y enfriarse la piel. Quisiste convertir esto del amor en adivinanza, pero la única respuesta es y será que 'sí'. El tiempo siempre te perseguirá en el sol-réloj del mundo, en la panza de un animal. Recuerda que cuando se huye, se lleva en la espalda aquello de lo que se quiere escapar. Tu tripulación, tus niños perdidos, son todos prisioneros de lo que no quieres tomar. Y dejar a la deriva lo que de naturaleza es tuyo, es tan peligroso como tomar lo de los demás.
Un beso: un dedal y ya. Todo se sintió como alfileres fuera de lugar, como basurita en el ojo hasta que te atreviste a estar a tiempo, a dejar de amenazar al segundero y hacer la paz con las manecillas. De vuelta a casa, a la mía porque tú no tienes, noté el descanso que conlleva la certeza de saber que no me puedes amar, que simplemente no lo harás. Y la ventana de mi habitación es la más grande del mundo comparada con todas aquellas donde detrás no hay quien espere. Niña-mujer entrando por el balcón, no al mundo de los adultos, sino al mundo de los que aman tengan o no una corbata. Prometiste primaveras juntos y una de ellas llegaste pero hubo un año en que pasé un doble invierno por esperarte y al siguiente no pudiste recordar que te habías olvidado de algo. Ya no sé si yo iba o tú me llevabas, si me traías de vuelta o me devolvías.
Que más te gustaba saberme esperándote que saberme amándote de lejos, que llegué a tu vida porque me encontraste cada vez que me buscaste. Y bueno, le temiste tanto a ser adulto que en el camino te volviste serio en eso de no serlo. Es tan fácil llamar libertad al miedo por dejar la prisión, tan sencillo llamar amor al gusto por aquello que nos lleva triunfar. Pero crecer, Peter, crecer es simplemente dejar de caber en las jaulas habiendo pasado o no por una universidad; crecer también es que ningún espejo ni reconocimiento alcancen a ser reflejo de todo tu ser. Crecer es no quedarle pequeño al amor.
Un tiempo sin amor importa nada, que sólo el amor nos cambia.
Y me enfrenté al mar tuyo para encontrar lo que causaba tormenta en mí, ¿cómo saber que descubriría que el secreto de ti mismo eres tú? Ese al que presumes retar, al que prometes vencer, ese del que te burlas, al que desprecias: Garfio es el fin de ti, Garfio eres tú. Tu peor enemigo es el futuro con el que vas forcejeando, la consecuente soledad que te has ido forjando, porque quien no ama ahora, se mata el corazón para siempre. Es como detener un latido, es como evitar que palpite, es amargarse la sangre y enfriarse la piel. Quisiste convertir esto del amor en adivinanza, pero la única respuesta es y será que 'sí'. El tiempo siempre te perseguirá en el sol-réloj del mundo, en la panza de un animal. Recuerda que cuando se huye, se lleva en la espalda aquello de lo que se quiere escapar. Tu tripulación, tus niños perdidos, son todos prisioneros de lo que no quieres tomar. Y dejar a la deriva lo que de naturaleza es tuyo, es tan peligroso como tomar lo de los demás.
Un beso: un dedal y ya. Todo se sintió como alfileres fuera de lugar, como basurita en el ojo hasta que te atreviste a estar a tiempo, a dejar de amenazar al segundero y hacer la paz con las manecillas. De vuelta a casa, a la mía porque tú no tienes, noté el descanso que conlleva la certeza de saber que no me puedes amar, que simplemente no lo harás. Y la ventana de mi habitación es la más grande del mundo comparada con todas aquellas donde detrás no hay quien espere. Niña-mujer entrando por el balcón, no al mundo de los adultos, sino al mundo de los que aman tengan o no una corbata. Prometiste primaveras juntos y una de ellas llegaste pero hubo un año en que pasé un doble invierno por esperarte y al siguiente no pudiste recordar que te habías olvidado de algo. Ya no sé si yo iba o tú me llevabas, si me traías de vuelta o me devolvías.
Que más te gustaba saberme esperándote que saberme amándote de lejos, que llegué a tu vida porque me encontraste cada vez que me buscaste. Y bueno, le temiste tanto a ser adulto que en el camino te volviste serio en eso de no serlo. Es tan fácil llamar libertad al miedo por dejar la prisión, tan sencillo llamar amor al gusto por aquello que nos lleva triunfar. Pero crecer, Peter, crecer es simplemente dejar de caber en las jaulas habiendo pasado o no por una universidad; crecer también es que ningún espejo ni reconocimiento alcancen a ser reflejo de todo tu ser. Crecer es no quedarle pequeño al amor.
Un tiempo sin amor importa nada, que sólo el amor nos cambia.
Peter Pan, hoy tu corazón tiene nombre de Nunca Jamás.
"I don't want to be a man. O Wendy's mother, if I was to wake up and feel there was a beard!"
"Peter," said Wendy the comforter, "I should love you in a beard"