Via Francesco Inamoratti
¿Sabes? Sabes a eso. ¿Qué si me doy cuenta cuando te veo? Cuando me ves tú. Me miras como miro yo al mar, con los ojos en silencio y un poquito de lejos, de frente y sin miedo. Libre de juicios y con análisis nulo, nada en mí hay que descubrir. Reconoces esta transparencia que todo lo trasluce.
Entonces surge similitud tan franca como la nuestra porque ven a través esos ojos tuyos tan claros. La claridad es una cualidad de la mirada, rara vez es característica de lo observado; mas -cuando la vez es rara y esta vez lo es- pasa que lo invisible se transforma en tangible y las almas se sienten como en casa. Decir 'casa' es osado para un par que siempre ha preferido los exteriores.
Te extrañé tanto, todas las tardes tu simplicidad muda me faltaba. Y caminé por esas calles con los pies semidesnudos y los hombros al aire ante la mirada de hombres que me creen tan suya como lo soy de nadie, sin tus pasos detrás de mí y tu tararear de la toscana que resonaba en mis pensamientos de noeresdeaquí. ¿Se puede amar al Corazón del Cielo sin ser forastera en la Tierra? No, aceptémoslo.
¿Estabilidad? Si yo vivo en un constante vaivén -vengo y voy- y al fin tú has vuelto a recorrer conmigo los senderos de la incertidumbre. No lo dicen en voz alta pero susurran a mis espaldas que soy pobre, como si no lo supiera. Lo sé, cambié la riqueza de las manos por la de los ojos y del corazón. Así quien me ame, no tendrá problemas con mis ataduras a los postres infinitos, la ropa delicada, los lugares de ensueño y la gente cultivada. Estoy tan lejos de todo eso, que sería imposible sentir que los pierdo a cambio de un amor más largo que la vida.
El siempre comienza dando pasos ahora hacia lo que llamamos Eternidad.
Si digo Cielo,
si caigo al Mar,
es porque soy poquito de la Tierra
y mucho de lo alto y lo profundo.