Con alguna certeza
La libertad no se alcanza quedándose, libertad es ir. Ir es un verbo muy cortito pero con duración variada, casi siempre larga. Estarse yendo, haberse ido, dejar de irse. ¿Qué se hace con el tiempo de ir? El de irse tranquilizando, el tiempo que fuimos y el de cuando te dije 've' y en vez de mirar, te fuiste. ¿Qué hacer con tres veranos en año y medio? Tantas veces el sol y tan poquitas tu cara.
El amor debe ser una dimensión más porque con la pura latitud y longitud, día y hora, no nos basta para el encuentro. Quizá seamos de ese tipo de personas que pueden no verse, como una especie de talento. Poder no verse es muy distinto de no poder verse, hay poco más de dos libertades y una coincidencia de distancia. ¿Te ha pasado? Que estás a punto de encontrar la llave con la que abrir la puerta y de pronto recuerdas esa vez que nos quedamos sobre la alfombra hablando en voz baja. Así, de la nada, como si jamás hubiésemos dejado de estar. A mí me pasa, por ejemplo, que sostengo un pincel y la memoria me sorprende con la vez que deseé llamarte y te escuché llegar.
La libertad de sonreírnos al mirarnos es la misma que nos invitó a separarnos. Crecerá el amor si lo estiramos a través de los días sin vernos, extendido sobre mil calendarios. Soy un poquito más libre cuando te quiero porque de entre todo lo que desconozco al menos me entero del cariño que te tengo y cuando dudo del camino sé que mientras decido te puedo seguir queriendo.
Amor es siempre estar a tiempo, es adueñarse del cerca y del lejos. Por eso puedes salir al mundo sin decirles de tu cansancio y yo saber cuántos kilómetros has caminado. Por eso puedo hacer maletas una y otra vez y tú saber que voy a ningún lado, niguno tan lejano. Y también te extraño poco porque te sueño harto. En sueños no de los que son reflejo de nuestros deseos de velitas de cumpleaños apagadas, sino aquellos crípticos y llenos de misterio en que todo sinsentido -los ojos en la pared, el lunar como estrella fugaz en mi cara- lo entiende mi alma al fondo y se lo guarda.
Así, porque más allá del tiempo y del espacio,
La libertad de sonreírnos al mirarnos es la misma que nos invitó a separarnos. Crecerá el amor si lo estiramos a través de los días sin vernos, extendido sobre mil calendarios. Soy un poquito más libre cuando te quiero porque de entre todo lo que desconozco al menos me entero del cariño que te tengo y cuando dudo del camino sé que mientras decido te puedo seguir queriendo.
Amor es siempre estar a tiempo, es adueñarse del cerca y del lejos. Por eso puedes salir al mundo sin decirles de tu cansancio y yo saber cuántos kilómetros has caminado. Por eso puedo hacer maletas una y otra vez y tú saber que voy a ningún lado, niguno tan lejano. Y también te extraño poco porque te sueño harto. En sueños no de los que son reflejo de nuestros deseos de velitas de cumpleaños apagadas, sino aquellos crípticos y llenos de misterio en que todo sinsentido -los ojos en la pared, el lunar como estrella fugaz en mi cara- lo entiende mi alma al fondo y se lo guarda.
Así, porque más allá del tiempo y del espacio,
sin importar accidentes geográficos ni huso horario,