Efecto de Sincronicidad - Adrián Berra

(Mi casa no tiene paredes, 2010)

Flotan en el aire
millones de partículas genéticas
que van de mí a vos.
De vos a mí.

Unas tímidas células
vuelven tus mejillas coloradas
que combinan con mi ropa.
Y alguien ríe a carcajadas.

Llueve
para que compre un paraguas
y te vea
Si peleamos será
que nos gustan las reconciliaciones

Algunas emociones,
tal vez se nos escapen por jugar a ser discretos
Pero el mundo se mueve
para que no estemos quietos.

Al pie de la letra
hago la tarea.
Envuelvo mi mente.
Te suelto en el mar
y te devuelve la marea.

Y es que ahí vas,
paseándote desnuda,
hablándome de buda
y de tu plan en diez segundos
Para cambiar el mundo
de la gente que de tanto gritar,
ha perdido esa voz
Ya no pueden cantar,
toma fuerza el dolor y salís a pelear,
por un mundo mejor.

Mientras más querés al mundo, más te quiero yo.





Es complicado hablar de la música de Adrián Berra porque es algo bien simple, una economía de recursos que logra dejar paso abierto a esos mensajes que todos quieren enviar pero que se quedan atorados a media garganta por cuestiones diplomáticas. En su último material, Mi casa no tiene paredes, él mismo es productor y la prioridad al sonido netamente acústico resulta en temas frescos, de guitarras sinceras y letras justas. La voz de Adrián carece de más particularidad que la de hacer más dulce lo agridulce de la vida. Su música toda se amolda a la hora, el clima y el ánimo. La hace de banda sonora de la cotidianidad de forma consistente pero rara vez aburrida, porque tampoco se trata de cantar las terapias a ritmo de una milonga new age. Adrián Berra le apuesta más a la locura ordinaria con algo de blues y folk y también con Ernesto Salgueiro y Joaquín Varela -Jeites- como banda.

Sincronicidad es lo que une aquello que -lógicamente- permanecería separado, eso que desafía distancia, tiempo y estadísticas a favor de una coincidencia improbable. Algo así como soñar con mariposas y ver una por la ventana al despertar. La ciencia lo ha intentado definir de mil maneras, a veces como asociaciones libres, hechos que creemos relacionados por alguna predisposición nuestra más que real, pero siempre queda la duda de esa pizca de voluntad anónima que parece provocar encuentros inesperados. Destino, universo, sugestión, energía. Yo digo: amor. Amar es abrir las puertas a que la realidad -toda ella- coopere con nuestra vida y la de quienes habitan en nuestro corazón, es invitar a todos como hermanos y a la Creación entera a unirse a nosotros, es el don de la esperanza que se sabe desde ya mismo salvada. Amar es saber que si es invierno en el Hemisferio Sur pero a nuestra alma hace falta el sol: 17ºC con cielo despejado es lo único que podía pasar.

Porque hasta el Sol, el viento del Sur, y el Río de la Plata saben que el amor nos libera también de la probabilidad.



Mientras más querés al mundo,
más te quiero yo.

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