Trapecios y otros malabares

Sacas tu sonrisa al sol y echas a correr. Que me llevaría hasta el viento, dices, mas tengo los pies bien puestos en la tierra y los ojos bien puestos en tus pecas, pecas que saltan de tus mejillas a las mías y quién nos viera reír así. Nada te cuesta seguir el bien que hay en tu corazón. Tanto tiempo que es tan poco y que te vas. De todos mis motivos elige uno, me sobra la gravedad con tu alegría mañanera.

Descuelgas tu cabello al aire y caminas. Que me deje descansar, dices, pero en seguida me da un vuelco el deseo aquel de esa primavera y recuerdo que buscas lo que encuentras y que encuentras, no lo que perdiste, sino lo que pediste y míranos aquí. Menos mal es más bien. Tu nombre es tormenta de calma que en mí cree. De vez en cuando pienso que tu mano, que tu mano puede leer mi piel. 

Lanzas tu voz a la lluvia y esperas. Que me atreva a cantar, dices, aun desnuda del aliento que poca falta me hace si un día de estos me sabes a verdad. Cierra los ojos y ve más acá. Te intuye cada puerta que se abre y cada ventana sin cerrar. De cualquier modo, qué bonitos ánimos nos trae esta soledad que es grito de amor.





El amor nunca pierde.

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